Adviento, día 3

«En aquel momento Jesús, lleno de alegría por el Espíritu Santo, dijo: “Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque habiendo escondido estas cosas de los sabios e instruidos, se las has revelado a los que son como niños. Sí, Padre, porque esa fue tu buena voluntad. […]”». Lucas 10:21

¿Qué cosas son las que alegran a Jesús? ¿Cuáles son las que lo hacen reír y alabar al Padre? Una de ellas la encontramos en este texto bíblico. A él le alegra la forma desconcertante en la que actúa el Padre, sobre todo al hacer que los pequeños («los que son como niños») sean grandes dentro de su Reino… y descubrir que los grandes son en realidad muy pequeños

Jesús no solo acepta que Dios actúe así, sino que también comparte esa perspectiva que lo llena de alegría. Está de acuerdo en que a los que casi nunca han tenido oportunidades en este mundo se les dé trato preferencial (¿vip?) como agentes de sus proyectos salvíficos.

El Maestro actuó en consonancia con esta perspectiva del Padre: se acercó a los niños y a las niñas, dialogó con los pecadores, sanó a los enfermos, valoró a los maltratados, exaltó el lugar de las mujeres y se volvió amigo de publicanos despreciados. Todo esto lo practicó con profunda alegría.

Hacer la voluntad de Dios tiene que ver hoy también con aquello que produce nuestras alegrías… meta difícil de alcanzar en una época cuyas alegrías dependen de las cosas que podemos comprar (consumismo) o de las apariencias sociales que logramos proyectar (arribismo).

A los cristianos y cristianas se nos invita a actuar como Jesús actuó (1Jn 2.6). En ese camino de vida encontramos los motivos de la verdadera alegría.

Oración:
Para que el Señor nos ayude a reconocer los “signos de los tiempos”, discernir su voluntad y nos llene de su gracia para cumplirla con alegría.

Tomado del libro “Adviento: una esperanza que transforma”, de Harold Segura