Abraham miró hacia arriba y allí, en un matorral, vio un carnero cogido por los cuernos. Se acercó, tomó el carnero y lo sacrificó en holocausto en lugar de su hijo. Entonces Abraham llamó a ese lugar El SEÑOR Proveerá. Y hasta el día de hoy se dice: “En el monte de Yahveh se proveerá”. (Génesis 22:13-14)

La palabra hebrea raah (RA-ah, de la que deriva yire) significa “ver”. En este caso, se traduce como “proveer”. Puesto que Dios ve el futuro, así como el pasado y el presente, es capaz de anticipar y proveer lo que se necesita. Cuando oras a Yahweh Yireh, estás orando al Dios que ve la situación de antemano y es capaz de proveer para tus necesidades.

Abraham fue uno de los hombres más exitosos de la Biblia, bendecido con una larga vida, muchos hijos, una gran riqueza personal y un profundo legado espiritual. ¿Cuál fue el sencillo secreto de su éxito? La obediencia. Gracias a ella, Abraham no necesitó un mercado alcista para prosperar. Sólo necesitaba hacer la voluntad de Dios. Su obediencia fue el capital que invirtió, el capital que le reportó un enorme rendimiento. Alexander MacClaren, un predicador escocés del siglo XIX, nos recuerda que la provisión de Dios no es automática:

“Si un hombre elige sentarse fuera de la panadería, puede morir de hambre en su umbral… Y si no ascendemos a la colina del Señor y permanecemos en su lugar santo por simple fe, y por verdadera comunión de corazón y vida, la más amplia provisión de Dios es nada para nosotros; y estamos vacíos en medio de la opulencia.”

Si has estado “sentado fuera de la panadería”, hambriento de la bendición de Dios, pídele que te ayude a entrar, dándote la gracia de obedecer incluso la orden más pequeña. En poco tiempo, tus pequeños pasos de obediencia te llevarán a dar otros más grandes, y luego tu hábito constante de obediencia te conducirá a una fe más profunda, que te permitirá experimentar a Dios como lo hizo Abraham, como Yahvé Yireh.

Adaptado de Praying the names of God, A daily guide de Ann Spangler