¡Jesús, Maestro, ¡ten misericordia de nosotros! Cuando los vio les dijo: ¡vayan, muéstrense a los sacerdotes! Y aconteció que mientras iban, fueron limpiados. Entonces uno de ellos, viendo que había sido sanado, regresó glorificando a Dios a gran voz, y cayó sobre su rostro a sus pies, dándole gracias (y era samaritano). Respondiendo entonces Jesús, dijo: ¿No fueron diez los limpiados? Y los nueve, ¿dónde están? ¿No se halló quien regresara para dar gloria a Dios, sino este extranjero? Y le dijo: ¡Levántate y vete, tu fe te ha salvado! (Lucas 17:13-19)

Cada vez que viajamos como familia a pasar unos días de descanso, cuando ya estamos en el auto y nos disponemos a emprender el viaje, siempre y sin falta pedimos la protección de Dios, pero leyendo este texto he notado que nunca hemos separado tiempo para dar gracias al momento de llegar a destino…

Este pasaje de Lucas nos enseña 3 cosas fundamentales:

  • La primera es que la ayuda viene de Dios, es El quien tiene el poder y la autoridad de cuidarnos en un viaje o realizar un milagro.
  • La segunda, no podemos solo esperar que las cosas caigan del cielo, sino que Dios espera que hagamos algo para mostrar que tenemos fe en que Él hará algo en nuestra vida, tal como en el caso del relato.
  • La tercera y más importante, dar el crédito a quien lo merece, quien responde a nuestras peticiones y además nos regala el don de su salvación.

Señor enséñanos a pedirte todo, acompáñanos en nuestros procesos de fe para tener la certeza de que lo harás, pero por sobre todo ayúdanos a reconocer que nuestro socorro viene de ti y que somos salvos por tu gracia.