Adviento, día 14

«Entonces los discípulos le preguntaron a Jesús: —¿Por qué dicen los maestros de la ley que Elías tiene que venir primero? —Sin duda Elías viene, y restaurará todas las cosas —respondió Jesús—. Pero les digo que Elías ya vino, y no lo reconocieron sino que hicieron con él todo lo que quisieron. De la misma manera va a sufrir el Hijo del hombre a manos de ellos. Entonces entendieron los discípulos que les estaba hablando de Juan el Bautista». Mateo 17.10–13

La confrontación entre lo que afirman los maestros de la ley y lo que ocurre en la realidad del reino, continúa. Ellos creen conocer los tiempos de Dios y piensan que hasta el mismo Dios debe sujetarse a sus pronósticos. Pretenden ser los dueños de los misterios eternos.

Pero la verdad es que, cuando ellos predicen que algo va a suceder, eso ya sucedió. Y cuando creen que algo va a pasar en primer lugar, pasa al final. Cuando ellos hablan de Elías, la historia indica que el personaje es Juan el Bautista. No aciertan, pero aún insisten en poseer el monopolio de la fe. Esas equivocaciones no serían graves si fueran simples opiniones para debatir en círculos académicos; pero lo son, y mucho, porque conducen a decisiones que trastocan la vida de la gente.

Los desaciertos proféticos de los maestros de la ley impidieron que el pueblo reconociera la identidad de Juan el Bautista y por eso «hicieron con él todo lo que quisieron» (17.12)… de igual manera actuarían también con el Hijo del hombre.

Equivocarse en materia de religión o teología muchas veces el resultado será grave y su costo, alto. Baste recordar las consecuencias de las Cruzadas, la quema de herejes, las guerras santas de ayer y las invasiones imperialistas de hoy.

La religión no es un fenómeno sin envergadura en el desarrollo de los pueblos; define la vida de personas concretas y permea la cultura… para bien o para mal.