“En el mes duodécimo, que es el mes de Adar, a los trece días del mismo mes, cuando debía ser ejecutado el mandamiento del rey y su decreto, el mismo día en que los enemigos de los judíos esperaban enseñorearse de ellos, sucedió lo contrario; porque los judíos se enseñorearon de los que los aborrecían.” Ester 9:1.

En el Antiguo Testamento, vemos como los judíos fueron un pueblo marcado por la persecución y el exilio, un pueblo que sufrió a manos de opresores y que se vio obligado a dejar su tierra y a ser extranjero durante muchos años. Ester viene a reivindicar este pueblo y su dolor. La historia muestra como Dios no abandona a la nación escogida y cómo se vale de circunstancias y personajes especiales para volver a salvar a los judíos de una muerte segura.

La mano de Dios no nos abandona, este relato es prueba de ello, aunque por momentos todo parezca que va mal y que una desgracia inminente se cierne sobre nosotros, el Señor nos da la confianza de su restitución, de que su mano no nos abandona y que él nos levantará y nos salvará. No importa qué difícil pueda parecer, pero su presencia estará ahí con nosotros. Y aunque pasen cosas adversas, Dios nos acompaña para alentarnos, cuidarnos, consolarnos y darnos la salida.

Que podamos confiar como Ester y dejar que el Señor nos abrace en medio de la tormenta y la adversidad, con la certeza de que gracias a él y en él, todo será posible.